SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Invap se prepara para despedir el primero de dos satélites iguales que ubicarán a la Argentina en las ligas mayores de observación científica.
Luego de pasar pruebas y testeos, el Saocom 1A ingresó en la madrugada de ayer al contenedor que lo llevará a la Base Vandenberg, de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en la costa de California, donde será lanzado en septiembre próximo por el cohete Falcon 9, de la empresa SpaceX.
El proyecto Saocom, desarrollado por la Comisión de Actividades Espaciales (Conea) comenzó en 2000 y luego de 18 años de trabajo, con la participación de diversos organismos, se transformó en realidad.
Se calcula que en este proyecto trabajaron unas 600 personas desde que se comenzó con la arquitectura del satélite, en 2011. Por su capacidad tecnológica, aportará información muy valiosa para el sector agrícola y servirá no solamente para la Argentina, sino para cualquier lugar del mundo que lo requiera.
En una entrevista con LA NACION, Nicolás Renolfi, jefe del proyecto Saocom por Invap, precisó que el primero de los satélites terminado será trasladado al Aeropuerto Internacional de San Carlos de Bariloche durante la madrugada del 31 de agosto próximo en siete u ocho camiones.
Para su traslado llegará especialmente a esta ciudad el avión Antonov, una de las aeronaves más grandes del mundo. La carga del satélite Saocom 1A demandará prácticamente un día completo de trabajo en el aeropuerto local.
«El 1° de agosto próximo volaremos y al día siguiente esperamos estar en la base [en California], donde el Saocom se colocará en un cuarto limpio igual al que tenemos en Invap. Se iniciará así una campaña de 45 días, en los que se hacen los ajustes finales, se carga el combustible, se lo encapsula en la punta del cohete y entra en el hangar, donde estará otros 10 días antes del despegue final», indicó.
Renolfi es ingeniero electrónico y, si bien se recibió en Tucumán, es oriundo de Santiago del Estero. Trabaja en Invap desde 2013. «Cuando esto empezó hubo una lista muy grande de requerimientos, se hicieron miles de pruebas y hubo varias redefiniciones de ingeniería. En total son dos satélites iguales que van a ser lanzados con un año de diferencia. Nosotros hicimos el diseño del satélite, no la antena», explicó.
Fines científicos
El satélite proyecta sacar más de 200 fotos por día, para ser almacenadas en diversas bases terrestres. «En 2011 se acuerda con SpaceX que sea el lanzador y se empieza con la arquitectura final, que demorará hasta 2013. Se hicieron los modelos de calificación -uno estructural y otro de ingeniería- y se arma con redundancia, por cualquier cosa que pueda fallar. Después hicimos un modelo de calificación para la antena, que es muy compleja y es la más grande que se va a lanzar al espacio en esa frecuencia», precisó Renolfi.
El Saocom 1A es un satélite de órbita baja con fines científicos y llevará un radar de apertura sintética. Aportará imágenes en blanco y negro, con una resolución espacial de entre 10 y 100 metros, con diferentes ángulos de observación.
«La gran diferencia con las cámaras es que no necesita de la luz, la imagen podrá atravesar una tormenta e, incluso, penetrar el terreno en centímetros o metros, dependiendo de las características. Los objetivos principales son la medición de humedad desde el espacio y ayudar en emergencias», explicó.
Las imágenes podrán ser tomadas independientemente de las condiciones meteorológicas y de la hora del día, de distintas zonas de la Tierra, en tiempo real, y se podrán hacer en 3D.
«Fotos tomadas de una misma montaña en verano y en invierno con nieve permitirán saber el caudal de agua previsto. En el caso de las zonas inundadas, permitirá tener un detalle de cada región», dijo Renolfi, y adelantó que habrá un trabajo conjunto con otros satélites italianos.
En 2013, Invap empezó con la fabricación del satélite de vuelo y, según Renolfi, su producción implicó «un salto muy grande», ya que en total se prepararon más de 400 placas para los dos satélites. Se integró todo y se terminó en octubre de 2017.
«Cada parte se ensaya y se somete a niveles superiores a los que se espera que deberá afrontar, para que haya un margen», añadió.
Entre hoy y pasado mañana, el satélite pasará la última prueba dentro del contenedor. Si todo sale dentro de lo previsto por los expertos, se lo sellará electromagnéticamente para evitar que en el traslado cualquier radar pueda dañarlo.
«No debería fallar nada, es un procedimiento de control. No esperamos ningún sobresalto», dijo esperanzado Rinolfi.
Consultado sobre el monto estimado, admitió que el valor del Saocom 1A es de unos US$300 millones.